Serie
CONVERSACIÓN INTERNA
Desde su silencio, la energía del amor se concretará en armonías,
manifestaciones de un orden subyacente que compone armonías,
materializaciones de pensamientos deseosos de belleza.
SUMARIO
DESDE DENTRO DE LA CAJA
Agosto 2023
Maderas de Pao Ferro, Wengué y Palo Rojo.
DESDE FUERA DE LA CAJA
Agosto 2023
Maderas de Pao Ferro, Wengué y Palo Rojo.
Conversaciones
sobre arte, comunicación y
#conciencia
Cada día, al despertar, se inicia la posibilidad de una nueva vida.
Puedes mantenerte en el pasado o imaginar…, imaginar y vivir, ahora, el futuro que deseas.
Crear es observar y sentir, nada más.
En cada instante imaginas algo…, obsérvate, ¡estás creando!..., a continuación será tu experiencia.
¿Observas la diferencia entre realidad y experiencia?
La conciencia colectiva
El miedo y la lucha están arraigados en la conciencia colectiva.
Con cada despertar al amor y al liderazgo personal para cuidar, los patrones colectivos de miedo y lucha se irán borrando cada vez más de la conciencia colectiva, hasta desaparecer.
El despertar de la conciencia colectiva tiene lugar con el liderazgo personal de cada individuo.
Cuando el artista despierta a esto, se convierte en un líder poderoso. Su poder es su lenguaje.
El artista despierta a su intuición, abandona el razonamiento del filósofo, pasa de las premisas que se sustentan en el miedo…, y se convierte en el genio inspirado. Imagina la emoción y crea el lenguaje que la contiene para expresar esa idea que ya está en el alma de todos… Por esto nos seduce.
- Ernesto Oñate
Desde el juicio crítico al discernimiento
Discernir:
Referido al alma, es distinguir un ánimo de otro, observando la diferencia que hay entre ellos.
Transgredir:
Es quebrantar, violar un precepto, ley o estatuto.
Romper separar con violencia
El artista es el comunicador capaz de crear del amanecer de cada día un nuevo espectáculo, y es el comunicador capaz de colocar un espejo frente a la sociedad para que esta se vea. Es el genio con juicio crítico capaz de emocionar y de hacer temblar.
A un niño se le apoya en su desarrollo con amor. Han quedado desterradas las teorías que se apoyaban en lemas como “la letra con sangre entra”, en castigos y malos tratos. Igualmente, el artista, modelador de la sociedad, ha de asumir su voluntad cuidadora, para desterrar al arquetipo luchador, la transgresión, la burla y el dolor.
El artista ha de desarrollar una capacidad de discernimiento para, desdeñando los reflejos del espejo que muestran las mediocridades y decadencias, impulsos del arquetipo luchador, sabiéndose cuidador, reflejar la belleza del alma humana, las diferencias como riqueza, la singularidad como valor añadido y la pluralidad como el camino al discernimiento de la verdad enriquecida desde los diversos puntos de vista de diversas realidades.
El artista, al que le es necesaria la convivencia sumergida en lo más profundo de la sociedad, ha de discernir sus ánimos, cuando se contagian de mediocridad y decadencia, para que su obra, creada desde el nivel del silencio, sea directriz maestra y estímulo para un desarrollo hacia la armonía.
- Ernesto Oñate
Recto pensar
Primordial:
Es lo principal o esencial.
Es lo primitivo o primero.
La conciencia divina tiene su origen en el amor absoluto, la energía primordial.
La conciencia divina es un estado absoluto de verdad, bondad y belleza.
Para la conciencia divina la verdad es: armonía, perfección, salud, prosperidad y abundancia.
El propósito de la conciencia divina es la experiencia del amor, y por ende la experiencia de la verdad, la bondad y la belleza.
Recrear:
Es crear o producir de nuevo algo.
Conectar con la conciencia divina es tener pensamientos positivos: de libertad, éxito, triunfo, optimismo y buen humor.
Las actitudes para la conexión con la conciencia divina son: amor, poder, aceptación, bendición y agradecimiento absoluto.
La conexión con la conciencia divina es el estado de alegría y certeza.
Servir y cuidar son origen de alegría.
La certeza es el secreto de la magia para la realización de la libertad, el éxito y el triunfo.
El propósito de la conciencia individual es recrearse en el camino hacia la divinidad, comprendiendo la unicidad para estar en la voluntad de servir y cuidar.
Para el individuo, la clave está en liderar la creatividad propia, habiendo comprendido que convertirse en líder de sí mismo es la elección más trascendente que uno puede tomar. Cuando verdaderamente uno asume su propio liderazgo con juicio crítico de sí mismo, las acciones de luchar y transgredir las sustituye por acciones de servir y cuidar desde la individualidad. El individuo encuentra en este liderazgo la alegría que nunca encuentra en la persecución de la felicidad desde los valores del ego.
John Holloway, en su libro Cambiar el mundo sin tomar el poder, afirma que el poder reside en la fragmentación de las relaciones sociales. Sin duda, esto pone en valor el poder del cambio personal y las consecuencias del cambio. Más aún en una concepción de caos que, en mayor o menor medida, la opinión personal admite y, por tanto, son poderosos los efectos mariposa que se dan continuamente en esta sociedad globalizada.
Principio:
Es la base, el origen y la razón fundamental sobre la cual se procede discurriendo en cualquier materia.
El artista, conocedor de estos principios orienta su obra hacia la alegría, superando la actitud contestataria y las visiones distópicas.
El poder transformador de la obra de arte sitúa al artista en el liderazgo de las conciencias individuales para recrearse hacia la libertad, el optimismo y el buen humor.
La obra de arte que es vehículo de verdad, bondad y belleza supera los criterios de la oportunidad para alzarse al estatus intemporal.
Picasso explica: «Para mí no hay en el arte ni pasado ni futuro. Si una obra de arte no puede vivir siempre en el presente no se la debe tomar en consideración». Vivir siempre en el presente significa su destino, vigencia y valor, por y para la humanidad.
- Ernesto Oñate
El nivel de la alegría
El ego busca la felicidad, al corazón le es suficiente la alegría.
Todo es energía. La materia es una realidad, condicionada por el observador, fluctuación finita de la energía infinita.
Todo es espiritual. La vida es una experiencia sensorial, limitada y finita. Materia y espíritu son inseparables, pues la materia es la experiencia sensorial del espíritu, la consciencia de estar vivo.
El ego, esta consciencia de estar vivo, se advierte separado, limitado y finito, en una experiencia de búsqueda y defensa de la felicidad. Desde esta perspectiva del ego, el bien es la ausencia de mal.
La mente es la consciencia de ser. La consciencia de ser, que es espiritual, observa lo material, al ego y la experiencia de la vida, sensorial limitada y finita.
El libre albedrío es la libertad de la consciencia de ser. Libertad de ser, para experimentar la vida y trascender la búsqueda y defensa de la felicidad hacia la alegría.
La mente tiende a identificarse con el ego, al permitir que el incesante ir y venir del ego, desde la defensa a la búsqueda y desde la búsqueda a la defensa, absorba su atención. Cuando la mente es capad de parar al ego, toma su verdadera perspectiva espiritual.
La raza humana, un conglomerado de experiencias vitales, ha ido desarrollando una cultura para la búsqueda y defensa individual de la felicidad. El individuo se debate en el dilema del interés colectivo o individual para la búsqueda y defensa de la felicidad, inmerso en la consciencia de estar vivo, del ego.
La experiencia del conglomerado, eligió culturalmente la búsqueda y defensa colectiva de la felicidad, declaró enemiga de los intereses colectivos cualquier experiencia de ser, por individual, y por tanto, sus principios son ajenos a la espiritualidad.
La raza humana vive en una experiencia egoísta, en el nivel del ego, ajena al conocimiento de la conciencia. Incluso ajena al conocimiento del desarrollo de la conciencia propia del ego y de la conciencia colectiva del conglomerado de la raza humana.
Estas conciencias, individual de cada ego, colectivas de cada conglomerado social y la conciencia de raza humana están condicionadas por las limitaciones de la finitud del tiempo y del miedo a la finitud del tiempo en la experiencia de la vida.
El ser, la experiencia individual, que surge del libre albedrío, con perspectiva para observar el nivel del ego, es decir, capad de observar la consciencia de estar vivo, es capad también de ser consciente de observar las conciencias del nivel del ego.
El ser también es capad de comprender que las conciencias son creadoras de realidades, que las realidades son creadas desde las conciencias y que esta es la ley suprema del Universo, de Dios o de esa energía que se transforma en materia y se comporta según las expectativas del observador.
En otro nivel diferente a esas conciencias egoístas, las de la consciencia de estar vivo, el ser es capad de advertir otra conciencia, que al no ser egoísta no es individual, cuyo propósito trasciende la idea de la felicidad para ser alegría. Al corazón le es suficiente la alegría.
En este nivel de conciencia superior, lo natural es el amor, la perfección, la salud y la armonía.
Cuando el artista crea desde este nivel de conciencia superior, su obra es un mensaje de amor, perfección, salud y armonía, como un gladiolo, un amanecer, el vuelo del colibrí o un copo de nieve.
Sus mensajes surgen desde su imaginación, en la comprensión de que todas las realidades son frutos de pensamientos egoístas que se sustentan e inciden en conciencias egoístas, o pensamientos del ser que se sustentan en esta conciencia superior que está en nosotros y en la que también podemos estar, la del ser.
- Ernesto Oñate
Sé tú
El ego busca la felicidad, al corazón le es suficiente la alegría.
Cuando la vida se basa en la búsqueda de la felicidad, la vida es búsqueda y defensa de lo conseguido.
El ego encuentra la alegría en cada hito o en cada triunfo conseguido.
Servir es la acción que alegra el corazón.
El ser humano, como individuo dentro de una sociedad, necesita satisfacer su deseo de pertenencia. El ego, desde el miedo, desea constatar que es admitido. El corazón, desde el amor, desea servir con utilidad.
El ego necesita recibir amor para satisfacer su deseo de seguridad. El deseo y la necesidad de comunicación son el deseo y la necesidad de constatar su aceptación, el valor de su integración y la solidez de su estatus.
Al corazón le es suficiente dar amor en silencio y encuentra la alegría en servir.
El ego necesita el reconocimiento de ser útil, al corazón le es suficiente con comprender la utilidad de su servicio y sus hitos están en la dirección de la perfección.
El ego da valor a los triunfos en la competencia, que le aseguran un mayor reconocimiento e integración.
El corazón persigue la areté, que siendo inefable, no es mensurable, salvo por la alegría que le proporciona, y que es comunicable únicamente de forma sutil mediante esa energía que se comparte; la energía que supone la felicidad que el ego desea encontrar, pero que no está en el nivel de sus caminos.
El ego podría recorrer todos los caminos marcados por hitos de competencia y alcanzar todas las metas de triunfos reconocidos, elogiados y galardonados, podría alcanzar todos los niveles de seguridad que le situaran integrado y reconocido en su sociedad, y vivir, no obstante, en una felicidad ficticia sintiendo la insatisfacción de un corazón sin alegría.
El ego podría buscar satisfacer la necesidad de su corazón en una relación estrecha, en la pareja y en los hijos, y alcanzaría una inmensa alegría en el corazón al entregarles desinteresadamente su servicio. Pero conforme esta relación de pareja y estos hijos se transforma en pertenencia, y por tanto en ego, desaparece el servicio altruista para ser satisfacción egoísta. En este estatus de mayor seguridad incluso, el ser humano regresa a la insatisfacción y como consecuencia espiritual la relación de pareja y los hijos se alejan.
Algún camino se quedó sin andar, algún camino sin hitos ni triunfos para el ego quedó sin explorar y sin sentir.
Ciertamente todo lo anterior forma parte de la vida y de vivir como seres humanos, pero ha quedado inadvertido el propósito de ser humano, el que sirve al corazón del ser humano y divino a la vez.
Como ser humano, ha quedado inadvertido el propósito que da alegría al corazón, en la pretensión de pertenecer y sentirnos sociedad.
Como ser divino, ha quedado inadvertido el propósito que da alegría al corazón de sentirnos creadores, desde la creatividad de nuestra imaginación para que pertenecer y sentirnos sociedad tenga sentido.
Este propósito se llama servir.
Pudimos experimentarlo en la relación de pareja y con los hijos hasta que fue adquiriendo importancia y haciéndose totales los conceptos «mi pareja» y «mis hijos».
Las relaciones de pareja e hijos son las experiencias inmediatas que la vida nos ofrece para comprender el fin último de nuestra existencia como seres humanos.
Como seres humanos, las experiencias de pareja y de padres son insuficientes. Basta con razonar que las experiencias de ser pareja o de ser padres son opcionales aun siendo esenciales y fundamentales para la continuidad de la raza humana. La experiencia de ser humano, la esencial y fundamental, y también intrínseca, es la de ser uno con la pareja, uno con los hijos, uno con la sociedad y uno con la creación en general.
En esta totalidad, ser uno, es la experiencia divina.
En las experiencias fragmentadas: pareja, hijos e incluso sociedad, la experiencia es material, del yo amplio, egoísta.
Nacemos diferentes, tal como lo refleja nuestra huella digital.
El ego, en busca de asegurar y defender su aceptación y pertenencia a su sociedad, se mimetiza, trata de ser igual, de que lo vean y consideren igual, para ello disfraza sus diferencias y oculta sus valores diferenciales.
En la realidad fragmentada de la sociedad egoísta el individuo que se diferencia por sus valores, cuestionando la cohesión que se sustenta en la uniformidad, es juzgado como desestabilizador, visionario de utopías que desestabilizan el status quo, enemigo al margen.
El ego educado en la cultura de defensa de la felicidad alcanzada socialmente, por muy insuficiente o irreal que le sea al ser humano, se aferra al inmovilismo impuesto que ha negado culturalmente la experiencia divina del ser humano.
En esta cultura de la negación, lo absurdo está en prescindir de la idea de ser y sentirse uno con la creación, para defender el statu quo del pensamiento establecido.
Se da valor a los logros materiales, tanto sociales como individuales, en consecución de la felicidad social e individual. La felicidad es el mito que se cree alcanzable por caminos materiales, logrando hitos razonados, en una visión de intereses sociales razonados.
Esta cultura que rige la vida en sociedad, se niega a observar y admitir la divinidad del ser humano que se desvela en su creatividad, en su altruismo y en la suficiencia de la alegría de su corazón cuando sirve y se siente útil.
El propósito del ser humano, como divino y parte del todo, es servir. Servir, y por ende, servir al todo es la causa de la alegría del corazón.
Nuestra huella digital es el reflejo material de nuestra diferencia como ser espiritual y de nuestros valores diferenciados para servir.
Descubrirnos es descubrir nuestros valores individuales y diferentes para servir.
Descubrir la espiritualidad consiste en descubrir que nuestras diferencias físicas, nuestros cuerpos diferentes, son reflejo del propósito diferente de nuestra divinidad, para servir de forma diferente. Que el alto y el bajo, que los de razas asiáticas o los de africanas, en su divinidad individual son uno en la divinidad inefable. Que todo lo limitado es experiencia de lo inefable.
Lo inefable se limita al contextualizarlo, al nombrarlo, incluso al llamarle divinidad.
Descubrir la espiritualidad consiste en advertir que servir y la alegría del corazón es una sola cosa. Causa y consecuencia de sí misma.
Descubrir la espiritualidad es conceptualizar que las diferencias son riqueza creativa, creadora y creada.
Descubrir la espiritualidad es descubrir nuestra diferencia útil para servir, el germen de la alegría de nuestro corazón.
Descubrir la espiritualidad es descubrir que el propósito divino es la alegría.
Descubrir la espiritualidad es descubrirnos diferentes y únicos para el propósito de nuestra propia alegría que es experiencia única y diferente de la unidad de la que somos parte esencial, de la divinidad única que es el todo y de lo inefable.
Descubrir la divinidad es poner atención en ver que lo complejo se resuelve con lo más simple: servir.
Descubrir la divinidad es descubrir que buscar la perfección en lo que sabemos hacer es la alegría que le basta a nuestro corazón. Todo lo demás son epifenómenos que completan la experiencia de vivir.
Todo esto se resume en el descubrimiento de ese imperativo tantas veces dicho y escrito: sé tú.
- Ernesto Oñate
Construir certezas
Construye tu vida con el poder de tus pensamientos.
Creé primero en una posibilidad e imagina la alegría de tu corazón si se da esa posibilidad.
Cuando se cumpla, creé que es posible desde la alegría de tu corazón.
Cuando tengas certeza de que es posible, creé en la posibilidad de que no sea azar sino el cumplimiento de una ley.
Quizá desconozcas los términos de esa ley, pero puedes confiar en que se cumple.
Agradece que se cumple desde la alegría de tu corazón: a los astros por alinearse, al Universo por conspirar, a la Conciencia Universal por su armonía, a tu Dios por su generosidad o a ti mismo por tu suerte. No importa a qué, importa tu sentimiento alegre de agradecimiento.
Cuando la experiencia de tu agradecimiento alegre sea un hábito que te da certeza en los resultados, ya tienes la argamasa para construir.
«Y no os adaptéis a este mundo, sino transformados mediante la renovación de vuestros pensamientos» (Romanos 12:1-3).
Construye tus certezas mediante tus experiencias.
Tus certezas no son transferibles.
El poder de tus pensamientos no es transferible, como no lo son tus certezas.
La Ley son tus certezas.
Construye tus certezas, la argamasa es el sentimiento alegre de gratitud.
El artista, transmisor de pensamientos, es constructor de realidades sociales.
- Ernesto Oñate